Hijitis

family-2592715_1920«Me pregunto si podremos dejar de usar la palabra «mamitis» para describir de manera enferma a niños emocionalmente sanos.» Candelaria Aguado

Hoy quería contaros algo de lo que apenas se habla en la maternidad. Hay muchos tabués alrededor de la crianza, muchas cosas que nadie dice y muchas otras que están equivocadas.

Mia ha cumplido recientemente 18 meses. Una edad clave respecto a la separación de la madre. Biológicamente es cuando el bebé empieza a formar vínculos fuertes con otros y a separarse poquito a poco de mamá. (Es un proceso, que nadie piense que el día que los cumple ya no quiere saber nada de mamá).

Pero casualmente ha sido cuando yo también he sentido la necesidad de separarme de ella y he sentido que estaba preparada. La naturaleza es que es muy sabia. Sé que hay mamás a las que les pasa antes y a otras que les pasa después. Yo solo os cuento mi experiencia.

Decía que hay cosas en la maternidad de las que no se habla. Y la «hijitis» es una de ellas. E igual que la «mamitis», la «hijitis» es sana y natural, aunque la sociedad nos haga creer lo contrario, juzgando ambas como algo malo y enfermizo.

El bebé viene preparado para estar con su mamá y obviamente es dependiente. Pero es que la mamá también viene preparada para estar con su cría. No es más que la naturaleza haciendo su trabajo. Es supervivencia. A nadie se le ocurriría decir que un cachorro de perro tiene «mamitis» y que su mamá perra tiene «hijitis».

Obviamente que no es lo mismo con cuatro meses que con un año. Como digo, es un proceso. Los primeros meses a mi me generaba ansiedad el solo hecho de salir de casa a algún sitio sin ella. Poco a poco esos tiempos han sido más largos y aunque pensaba que nunca llegaría el momento, ahora puedo irme una tarde con amigas sabiendo que ella y yo estaremos bien.

Las mamás a través del parto y la lactancia, generamos hormonas que nos hacen querer estar con nuestros bebés. No es casual las madres que se despiden llorando cuando los dejan en la escuela infantil, que están en sus trabajos deseando que llegue el momento de volverles a ver, que aunque están cansadas y necesitan separarse por momentos de las criaturas, al rato las echan de menos. Las necesitan.

Pero esto no se dice. No está bien visto. Tienes que salir, rehacer tu vida. Le vas a malacostumbrar, le estás malcriando, tienes que hacer cosas en pareja sin niños, tienes que volver a trabajar, tienes que dejarle que esté con otros. Existe una presión con esto. A quien le apetezca hacerlo, estupendo, yo no juzgo a nadie. Lo entiendo además, criar en soledad como criamos es abrumador. Pero no es para lo que estamos preparadas, ni mamás ni bebés. Una cosa es querer y otra que te lo impongan.

Obviando esta realidad, pasan cosas como lo de los permisos iguales e intransferibles. porque se está dejando de lado que madre y padre no son lo mismo, ni física ni emocionalmente después de un parto.

Las mamás recibimos presión por todos lados. Dale teta, pero no más de seis meses. Tienes que ser madre, pero en cuanto lo seas, tienes que separarte del niño. ¿A qué se le tiene tanto miedo? ¿Quizá al sistema no le interesa niños emocionalemente sanos?

Como he explicado otras veces, la dependencia bien respondida es lo que dará lugar a la independencia en un futuro, al contrario de lo que se piensa. Un niño con «mamitis» necesita una madre con «hijitis» para vincularse bien y desde ese entorno seguro podrá el día de mañana independizarse mejor.

 

UNA CRÍTICA A LA DISCIPLINA POSITIVA

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“La infancia es fugaz. Que nuestra obsesión por corregirla no nos impida disfrutarla.”

Sé que este post no va a gustar a mucha gente, pero como ya he dicho otras veces no es mi intención gustar. Antes de empezar, me veo en la obligación de explicar que hablo desde el conocimiento. He realizado un curso y he leído un par de libros de Disciplina Positiva y como os imagináis no, en general no me gusta.

Sé que tiene cosas buenas, sé que no todo el mundo la utiliza igual y que hay gente haciendo las cosas bien. Lo digo de antemano antes de que me lluevan los ataques.

Yo de lo que quiero hablar es de lo que no me gusta de la disciplina positiva y de las cosas que se hacen en su nombre.

La Disciplina Positiva, para el que no la conozca, habla de corregir, reconducir, con un mínimo control (ya esto no me gusta nada) de una forma más amable que el modelo autoritario tradicional. Para mí disciplina y niños no pueden ir unidos. Porque aunque la disciplina se vista de seda, disciplina se queda.

En nombre de la Disciplina Positiva se hacen cosas como las de antes pero de forma más amable. Esto es peligroso, porque además de ser el mismo perro con distinto collar, es más manipulativo aun si cabe que el modelo tradicional. Pongo un ejemplo. Si un alumno me molesta en clase y yo le castigo. Al menos soy transparente. Él me va a odiar y es capaz de ver lo malo que soy. Pero si le digo que me hace sentir mal que haga eso, le estoy haciendo un chantaje emocional que además puede hacer que ni siquiera se de cuenta de que no estoy siendo respetuoso con él.

Me da la sensación que este método se está poniendo de moda, además de porque funciona, igual que los premios y los castigos, porque hay ganas de hacer las cosas de otra manera y queremos recetas que nos ayuden a seguir haciendo lo mismo y no nos damos cuenta de que lo que tenemos que cambiar no es la técnica sino los objetivos.

Si un alumno está aburrido en clase y no quiere estar ahí, se sincero con él, dile que entiendes que es un rollo la clase, intenta motivarle con lo que sea, no le obligues a escucharte si no quiere, pero no busques formas más “dulces” de que atienda si no quiere atender. Haz una reflexión de por qué molesta en clase.

Desde la Disciplina Positiva se habla de poner límites, de forma firme, expresando desaprobación sin atacar. Para mi, esto es regañar y ya escribí acerca de esto. En algunos ambientes supuestamente respetuosos, cuando un niño pega, se le dice: No se pega, eso no lo puedes hacer… todo lo que ya sabemos que hará al niño sentirse peor y por tanto portarse todavía peor. Acompañar un conflicto respetuosamente nada tiene que ver con esto. Si yo quiero poner un límite a un niño que ha roto un juguete por ejemplo y firmemente le digo que eso no se hace, estoy haciendo el mismo conductismo de siempre. Intento que la próxima vez no lo haga para evitar mi desaprobación. ¿No era la idea ver por qué ese niño lanza juguetes? Quizá tiene que descargar, necesita atención y afecto, le parece divertido… No digo que hay que dejar que lo haga, digo que no comparto juzgarle por ello. Eso no le ayuda en nada.

Pero si hay algo de la Disciplina positiva que es realmente irrespetuoso es el tema de las consecuencias lógicas que está muy de moda. Se dice que no hay que castigar que está muy mal, sino que deben aprender de las consecuencias de sus actos. Hasta ahí bien pero el problema es cuando disfrazamos de consecuencias lógicas los castigos de siempre. Ejemplo de consecuencias lógicas reales: Si a un niño se le cae el vaso de cristal de las manos, se rompe. Si pinto la pared, se mancha. Si rompo el juguete ya no sirve.

¿Y qué dice la disciplina positiva? Cosas como: Si tardas mucho en la ducha no hay dibujos. ¿Qué tiene que ver la ducha con los dibujos? Una consecuencia lógica es natural sino será un castigo. Aprender a base de las consecuencias que yo le pongo a los actos del niño no es que aprenda por las consecuencias naturales de sus acciones. Porque que tarde en la ducha no hace que no pueda ver los dibujos, eso lo estás decidiendo tú en base a x motivos.

Ayuda mucho a diferenciar analizar la intención. Si es del tipo “pagar las consecuencias” o que simplemente queremos dejar que prueben y se equivoquen. Yo te dejo que uses el vaso de cristal y no me importa que se te caiga porque así verás que el cristal se rompe, es diferente a, si se te cae lo tienes que recoger.

Otro ejemplo: El niño no quiere llevarse el abrigo al patio, ellos están dentro y no sienten frío claro. Pues no se lo llevo y así aprenderá y se lo llevará la próxima vez. Eso no es respetuoso la verdad. Llévaselo tú, que eres el adulto y dile: lo tengo aquí por si lo necesitas. Deja que cuando tenga frío te lo pida. No le castigues. La consecuencia de no ponerte el abrigo es que tienes frío. No cogerle el abrigo sabiendo que hace frío para que lo sienta es un castigo. Si un niño no quiere comer, dejarle pasar hambre hasta la próxima comida, es un castigo. La consecuencia natural de no comer no es que no puedes comer hasta dentro de cuatro horas, la consecuencia natural es tener hambre. Los horarios de comidas y su seguimiento es algo cultural, los niños no tienen hambre y a la hora sí. Hacerles pasar hambre no es aprender de un error es hacerle pagar por no comer cuando tú considerabas.

En definitiva. Ojo con las modas y con los mensajes con los que nos bombardean de educar sin gritos ni castigos y de una manera diferentes. No es oro todo lo que reluce.

DEJAD DE REGAÑAR

«No busques culpables, busca soluciones.»

Parece que casi todos tenemos bastante claro que pegar a un niño está mal, muchos sabemos que gritar y castigar también, pero hay algo que se hace continuamente, que me desagrada muchísimo y que no sirve para nada bueno, regañar.

¿A qué me refiero con regañar? A sermonear, a reprender el comportamiento de alguien. Lo hacemos no solo con los niños, también en relaciones de adultos y me parece horrible y que está demasiado normalizado.

¿Significa entonces que no hay que decir nunca nada a los niños, ni cuando creemos que se están equivocando? No es eso. Me refiero a las formas. No es lo mismo decir: «Se te ha caído el agua, mira cógelo así con las dos manos», que decir: «Ya has tirado el agua otra vez, ten cuidado». Es muy muy diferente. Que el vaso se haya caído ya es suficiente muestra de que nos hemos equivocado. Nadie se equivoca queriendo. A nadie le gusta que le hagan sentir mal por un error.

Vamos a hacer un ejercicio de empatía para ponernos en el lugar de un niño al que le regañan. Imaginad que en el trabajo te regaña tu jefe por algo que has hecho, te echa una charla, o que tu pareja en casa te regaña porque has dejado algo fuera de lugar. Y te dicen: «María, que desastre el trabajo que te pedí ayer» o ¨Luis te he dicho cien veces que no dejes eso ahí.» ¿Cómo te sientes cuando alguien te habla así? ¿Crees que eso te hace mejorar?

Cuando alguien te regaña no está buscando soluciones sino culpables. Está lanzando su odio hacia ti, no intenta mejorar la relación ni que mejores tú, solo quiere sentirse mejor haciéndote sentir mal.

Como decía al principio, no sirve para nada bueno. Decirle a un niño: «No se insulta, no se pega, no se hace eso… » sabemos que no sirve. Lo sabemos porque los niños siguen pegando, insultando o haciendo eso que nos molesta. Habrá que ver por qué hacen lo que hacen. Si tu frase empieza por «No se…» estás regañando. (Odio ese «SE» impersonal que usamos con los niños).

Para lo que sirve es para que el que ha sido regañado se sienta atacado y quiera defenderse. Acordaros del jefe. Nos regaña, ¿acaso pensaremos en hacer mejor nuestro trabajo? o pensaremos: «Le odio». Trabajaremos con presión y con miedo la próxima vez. Eso no nos hará mejores desde luego.

Si un niño me dice tonta, no sirve de nada que le diga eso no se dice. Lo primero es que el niño lo ha aprendido de los mayores, usan muy bien las palabras en el momento adecuado, igual que nosotros. Así que regañarle por algo que le hemos enseñado nosotros es cuanto menos, incoherente. Y lo segundo es que es su forma de decirnos que está enfadado. Enfadarme yo con él porque me ha dicho tonta es ponerme a su altura en una posición infantil. ¿De verdad tiene importancia que me diga tonta? ¿Me hace daño? ¿Qué tal decirle «veo que estás muy enfadado conmigo»? El respeto se gana respetando. Si es mayor podemos preguntarle ¿por qué me dices eso? por ejemplo, sin juzgar.

A lo que voy es que nos pasamos el día regañando, corrigiendo, desgastándonos y que eso hace que los niños se sientan peor. Y ya sabemos que un niño que se siente mal no se porta bien. Regañamos pensando que así se portarán mejor y conseguimos todo lo contrario. Si me equivoco y alguien me dice: «no te preocupes, nos pasa a todos» me anima a hacerlo mejor.

Cambiemos la forma en que nos relacionamos con los niños y ellos cambiarán. Y sí, ya sé que alguien pensará: ¡Qué locura, que un niño te llame tonta y no decirle nada! No me hagáis caso, decirle: Eso no se dice. Pero ya os lo digo, no os servirá de nada.

 

LOS MIEDOS

«El miedo es una oportunidad para ser valiente.»
Halloween está a la vuelta de la esquina y quería aprovechar la ocasión para hablar de los miedos infantiles y qué hacer cuando aparecen.
El miedo, como cualquier otra emoción es útil y nos ayuda en la vida. Sentir miedo prepara nuestro cuerpo para huir, pelear… ante un peligro. Este puede ser real o imaginario, pero lo que está claro es que la emoción es positiva y necesaria. Sin el miedo no hubiéramos sobrevivido como especie.
Pero como solemos hacer con otras emociones que consideramos negativas, la rabia, la tristeza… intentamos reprimirlas, que desaparezcan rápidamente, muchas veces porque es lo que hicieron con nosotros y muchas otras porque creemos que así conseguiremos niños más seguros y como suele pasar, ocurre completamente al revés.
Hay varios tipos de miedos. Los reales, miedo al fuego, a los animales…, miedos patológicos que nos bloquean y no nos permiten vivir, (los cuales hay que tratar con especialistas) y los miedos que les trasmitimos nosotros a nuestros niños.
Por un lado les contagiamos nuestros miedos absurdos. Si yo me tenso ante el acercamiento de un perro o de una araña, seguramente el niño hará lo mismo. Somos el reflejo donde se miran, si ven que algo nos da miedo, a nosotros, que somos los que debemos darles seguridad, ellos sentirán que eso que nos asusta ha de ser realmente peligroso. Por tanto intentemos en la medida de lo posible no transmitirles nuestros miedos.
Por otro lado somos los adultos muchas veces los culpables de generarles miedos no reales, con historias, dibujos, imágenes para las que no están preparados, diciéndoles cosas como «va a venir el señor y te va a llevar…». Luego cuando por la noche aparecen esos miedos no les permitimos vivirlos, no los acompañamos e incluso hay quien se burla o ignora.
Sea el miedo del tipo que sea, hay que aceptarlo y darle al niño seguridad. Como con cualquier otra emoción, si no dejamos que la viva, se quedará dentro. Pretender que un niño tenga menos miedo diciéndole cosas como: «que no pasa nada», «que eso no da miedo», «no seas tonto», «con lo mayor que eres»… conseguimos que el niño sienta que no está bien lo que siente, por tanto que él no está bien. Negar su emoción es negar lo que él es.
Tenemos que darles seguridad con nuestras palabras: «no te va a pasar nada, estoy aquí», y también empalizar con su sentimiento: «entiendo que esos ruidos te asustan, veo que te da miedo ese animal», poniendo nombre a la emoción y acogiendo a los niños siempre que lo demanden físicamente.
Muchas veces en nombre de la autonomía y la independencia, dejamos que los niños pasen miedo solos en su habitación. Esto no los hará más valientes sino más inseguros. El proceso para eliminar esos miedos es madurativo y lo vivirán de forma más saludable si sienten que tienen una base segura a la que acudir cuando aparezcan.
En fin, que disfrutéis mucho con los niños si celebráis esta fiesta, pero no olvidéis que los sustos y las bromas son para disfrutar, todos. Si un niño lo está pasando mal, no quiere hacer algo o llora, claramente no está siendo divertido. Respetemos a ellos y a sus miedo, evitemos cosas para las que no están preparados y acompañemos si aparece la emoción.
¡FELIZ HALLOWEEN!

 

LA AUTOESTIMA

“Amarse a si mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida.” Oscar Wilde
Pensad en un bebé de un año. Si os pregunto si tiene la autoestima alta o baja ¿qué diríais? Alta ¿verdad? Porque la autoestima, aunque nos hagan creer lo contrario, no es algo que hay que crear en los niños, basta con no robársela.
Los niños nacen muy seguros de si mismos. Sin miedos absurdos, quieren comerse el mundo, se sienten el centro del universo… pero la realidad es que luego nos encontramos muchísimos niños de tres y cuatro años que han perdido todo eso, se sienten inseguros, necesitan la aprobación externa constante y decimos que tienen una baja autoestima. Es entonces, cuando queremos subírsela, animándoles, diciéndoles que son los mejores… y eso, como os imagináis, no sirve, porque de lo que se trata es de no quitársela.
La autoestima, como su nombre indica, es algo personal de cada uno. Nadie me la puede dar. Por ejemplo, si yo me siento fea, aunque vengan diez amigas a decirme que estoy preciosa, eso no hará que no me siga sintiendo fea. Porque que me sienta fea es MI autoconcepto y solo yo puedo cambiarlo. Esto no significa que no podamos ayudar a los niños a recuperar la seguridad en si mismos, sino que decirles que son geniales y los mejores no les hará sentirse así.

Entonces si los bebés nacen con una gran autoestima. ¿Por qué con los años la pierden, qué hacemos los adultos mal para quitársela? Pues básicamente no atender a sus necesidades primarias. Si yo lloro y mi madre me coge, el mensaje que recibo es que merezco amor, por tanto me quiero. Si yo lloro y mi madre no me coge, yo entiendo que no soy digno de recibir amor, por tanto no me quiero. Sencillo. Otro ejemplo, si yo me enfado y mi profe me rechaza, interiorizo que no soy una persona digna de amor, no me quieren por como soy, entonces no me quiero. Si mi padre me ignora cuando tengo una rabieta, pienso que no merezco atención, no me acepto.

Amar incondicionalmente a un niño, es lo que hará que se sienta seguro de si mismo. Saber que es digno de ser querido por como es y no por lo que hace o deja de hacer. Los castigos, insultos, humillaciones, desprecios que reciben los niños por sus comportamientos, les envían un mensaje de que si hacen eso, no se les quiere, por lo tanto ellos lo van a vivir como que algo en ellos no está bien. Esto no quiere decir que vayamos a dejarles hacer lo que quieran, se trata de quererles a pesar de que hagan cosas que no nos gusten.

La autoestima también tiene que ver con sentirnos competentes y esto tiene mucho que ver con la independencia y autonomía. Pensad en las personas que admiráis porque se muestran muy seguras, son personas que se sienten realizadas con lo que hacen, que tienen un sentido en la vida y son felices haciendo lo que hacen. Para sentirme bien conmigo mismo tengo que sentirme útil. Si no me dejan hacer nada, me lo hacen todo, toman todas las decisiones por mi, es imposible que yo me quiera.

Por tanto, si ya tenemos un niño al que le han quitado su autoestima, tenemos que quererle, quererle bien, aceptarle como es, incluso cuando se equivoque, responder a sus necesidades de atención, de tiempo de calidad, de cariño, de aceptación... y por otro lado darle responsabilidades, hacer caso a sus intereses, que encuentre cual es su sitio y pueda desplegar todo su potencial en él. Que pueda sentirse bien haciendo lo que le gusta.

Pero si queremos evitar todo eso, prevención. Si cuidamos de los bebés y no les robamos la gran autoestima que traen de serie, nos podremos ahorrar en el futuro muchos euros en terapias y libros de autoayuda, ahí lo dejo.

LA DEVASTACIÓN DE LA ESCUELA, por Laura del blog BAJO EL SAÚCO

La industrialización, la economización de la educación es una de las plagas más monstruosas de nuestro tiempo. Le roba a los que están aprendiendo el placer, la creatividad, la libertad” André Stern, Jugar
El origen de la escuela
Hay una pregunta recurrente que suelen hacerse los niños, y es: ¿Quién narices inventó la escuela? Y la hacen de manera inocente, creyendo en el fondo que la escuela está ahí desde siempre, igual que está para ellos el agua corriente o la electricidad.
Pero no, a caballo entre los siglos XVIII y XIX, en Prusia, nace el concepto actual de escuela, obligatoria, pública y gratuita. ¡Hace solo dos siglos! Y no, no pretendía facilitar la igualdad o el libre acceso al conocimiento, sino que su pretensión real era lograr la docilidad y la obediencia ante el temor a que se expandieran las revoluciones que estaban dinamitando a los monarcas absolutos desde Francia. Y su estructura era militar, basada en la disciplina y el autoritarismo.
Súbditos obedientes y mano de obra dócil para la creciente revolución industrial.
La escuela hoy
Siglo XXI, doscientos años después. La escolarización ha resultado ser una estrategia genial para preservar el orden social, para que nada cambie.
Desde arriba, alguien decide tu aprendizaje:
  1. Lo que debes estudiar, no lo que a ti te interesa o en lo que tienes talento.
  2. Con quién estudiarás: con niños de tu misma edad, separado del resto de la sociedad.
  3. Dónde estudiarás: encerrado en un recinto, separado de la comunidad.
  4. Cuánto tiempo estudiarás, nunca el que tu pasión te marque, sino el que marquen los timbres según un horario estricto.
  5. Quién hará las preguntas y dirigirá tu aprendizaje, que nunca serás tú mismo, sino unos exámenes a través de los que otros decidirán tus competencias.
  6. Para qué estudiarás: no para satisfacer tus inquietudes presentes, sino para acumular información que otros dictan será necesaria en tu futuro.
Igual que Rocío, conozco el sistema desde dentro, y lo que me extraña es que aún haya quien mantenga las ganas de aprender a pesar de la escuela. Dice sir Ken Robinson que la escuela mata la creatividad, y yo añado que mata la vida. Que nacemos con una curiosidad innata y que no hay más que observar a un niño pequeño para ver el placer que le produce cada nuevo aprendizaje. Que ese impulso es interno, caótico, diverso, único y no conoce más objetivo que el placer en sí. La neurobiología lo confirma: no hay aprendizaje duradero sin emoción. Y la emoción nunca puede ser impuesta.
La escuela nos desconecta de nosotros mismos y de nuestra fuerza vital, alimentando falsamente el ego de los adaptados a su sistema y condenando a la cárcel de creerse fracasados a aquellos que no han sabido o querido aceptarlo.
Vuelta al cole, ¿y ahora qué?
Septiembre y a empezar otra vez. Puede parecerte exagerado lo que digo, pero día a día del calendario escolar la fuerza de nuestros niños se debilita. La potente capacidad para desarrollar sus talentos se apaga.
Cada vez se extiende más el homeschooling o educación en casa en sus diferentes vertientes (Laura Mascaró es una referente en España sobre el tema) Y está bien si sientes que es vuestro camino y puedes permitírtelo.
Pero tal vez no tengas esa posibilidad, y entonces puede que te ayuden algunas de estas ideas:
  • Acompañar a los niños al margen y a pesar de la escuela.
  • Situarte de su lado.
  • Observarlos para hacer que su curiosidad se vea alimentada con los estímulos que les proporcionaremos con amor.
  • Contribuir a su desarrollo sin poner la escuela en el centro de vuestras vidas.
  • Hacer que la vida fuera de la escuela sea tan estimulante que ir a clase se convierta entonces en un mero trámite.
  • Aprovechar la vida escolar como oportunidad de crecimiento personal.
  • Desescolarizarnos nosotros, y aplicar eso que tanto se nos olvida, de que el aprendizaje está en todas partes.
Estas reflexiones no pretenden desvalorizar a las personas que trabajan para el sistema. Sé por experiencia que hay seres humanos excepcionales en todas partes, también dentro de la escuela. Son los faros que salvan a muchos niños. Pero no puedo olvidar que al final, el sistema se lo traga todo, también la voluntad y buen hacer de profesionales muy humanos, y que, como toda organización tan establecida, termina haciendo que, de manera inconsciente, cumplas con una finalidad que tú ni siquiera sospechas.
Os dejo de nuevo con André Stern:

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Desde que escribimos la historia, no ha existido ninguna generación entera sin violencia pedagógica. Y esa violencia, sin que la percibamos, está por todas partes. Lo que vivimos hoy es la continuación directa de lo que vivimos ayer. Y si nosotros, que somos conscientes de ello, no empezamos a inventar lo nuevo, entonces nadie lo hará nunca.”

NO PASA NADA

«Cuando empezamos a ser más conscientes de aquello que nos pasa a nosotros, nos es más fácil entender y conectar con el otro. Cuando comprendemos más al otro, también le podemos amar más.” Yvonne Laborda

No pasa nada, les decimos a los niños muchas, muchas veces. Cuando se caen, si se les rompe algo, si lloran por alguna cosa. Lo hacemos con la mejor intención, para restarle importancia, porque pensamos que así pasará antes pero sucede justamente al revés.
Imagina que te das en la pierna con el pico de la mesa y pegas un grito. ¿Qué te hace sentir mejor que te digan: oye no grites que eso no es nada o que te dgan: uff eso duele como te entiendo? Ahora imagina que has roto con tu pareja y estás llorando, ¿prefieres que te digan, ya pasó, ya está, vale ya de llorar, no es nada o que te abracen y te digan: llora lo que quieras, entiendo tu dolor, debes sentirte fatal?
Los niños como los adultos necesitan comprensión. El primer paso para ayudarles a desarrollar sanamente su mundo emocional es dejarles que sientan, y no juzgar ni ignorar sus emociones. Cuando nos reímos de sus miedos, nos enfadamos por sus llantos o ignoramos su tristeza, les estamos diciendo que sentirse así está mal. Decir que no pasa nada cuando para ellos sí que pasa es negar lo que están sintiendo.
A nosotros nos puede parecer una tontería el motivo de por qué lloran, pero lo que a nosotros nos parezca da igual. Para ellos es importante, están tristes y quieren que se les entienda. Además un niño que es comprendido saldrá mucho antes de su estado que uno que no. Si me pongo a llorar porque se me ha roto un juguete y mi mamá se ríe, me ignora o le resta importancia, eso no me ayudará a estar mejor. Porque encima de que estoy triste por mi muñeca rota, se suma que mi madre se ríe de mi o me ignora, lo que hará que me sienta aún peor.

Esto no quiere decir que tengamos que asustarle sé más o hacer un drama donde no lo hay, si un niño se cae y nos ve una cara de espanto será peor, pero eso no significa que debamos quitarle importancia a su dolor. Además con niños muy pequeños a veces sí que nos tocará distraerlos porque no pueden entender los límites o porqué no pueden tocar eso o abrir ese cajón.

En definitiva, acompañemos las emociones de los niños, pongámosle nombre y demos importancia a lo que les pasa. Porque no es lo mismo decir: no te pongas así, te he dicho mil veces que no te voy a comprar más chuches, que decir: entiendo que estés enfadado, sé que te encantan las chuches pero no puedo comprártelas porque no son buenas para ti. Es muy diferente. Su reacción también lo será. No dejarán de llorar de inmediato porque les comprendamos,eso está claro, pero os aseguro que no se sentirán igual. Probadlo y me contáis.

LAS BAJAS IGUALES E INTRANSFERIBLES SON UNA MEDIDA MACHISTA

“Que la tramitación a ley de los permisos iguales e intransferibles haya sido aprobada por unanimidad total por todos los partidos del parlamento, es la prueba de que no es una medida con visos de cambiar nada fundamental, y desde luego no es en absoluto antipatriarcal ni anticapitalista” Patricia Merino
Se ha aprobado la propuesta de que la baja de paternidad sea de cuatro meses igual que la de la madre e intransferible, es decir, obligatoria. Se ha hecho en nombre de la igualdad y creo que la medida no puede ser más machista y adultocéntrica.
Porque da privilegios a los hombres y a las mujeres, que llevamos años pidiendo que aumenten la de maternidad, al menos hasta los seis meses que es lo que recomienda la OMS para las que eligen lactancia materna, no nos hacen ni caso.
Porque es meterse en la organización de cada familia a decidir lo que tienen que hacer. Otra vez diciéndoles a las madres lo que las hará libres y en nombre de la realización personal. ¿Y si a mí me realiza o me hace más libre quedarme cuidando de mi bebé que trabajando en una empresa?
Porque dicen que así las empresas contratarán igual hombres que mujeres. Eso va a seguir siendo igual, porque las que nos embarazamos, que no se olvide, somos nosotras, así que las empresas seguirán igual. Y si el problema es con las empresas, que tomen medidas hacia ellas, como incentivar que contraten mujeres embarazadas o penalizar que las echen, no contra las mamás y los bebés.
Porque dicen que eso es igualdad. Pero es que queremos equidad, no igualdad. Porque nosotras somos las que parimos y damos el pecho las que queremos y tenemos derecho a tener unas bajas dignas para hacerlo. Si se buscase la equidad, en vez de hablar de bajas de paternidad con un bebé de cuatro meses, se podría hablar por ejemplo de que el padre se cogiera esa baja en los años siguientes. La infancia es muy larga, hay que quedarse con el niño cuando está malo, llevarlo al médico, ir a reuniones escolares…
Porque se supone que todas las madres prefieren ir a trabajar que quedarse con un bebé de cuatro meses. Pues mira, habrá unas que sí y habrá otras que no. Pero legislar obligando a que te tengas que ir sí o sí, llorando y con el alma rota, es de todo menos feminista.
Porque nadie hace políticas sobre el cuidado de las personas mayores ni sobre quien limpia el baño o hace de comer y por eso nadie debería hacer política sobre quien cuida de los bebés.
Porque se está obviando completamente los derechos del bebé poniendo por encima el derecho de los adultos. El bebé tiene derecho a tomar el pecho y a estar con su figura primaria si esta así lo desea. Y aunque a muchas y muchos les pese, el bebé a quien necesita al principio es a su mamá o vínculo primario.
Porque seríamos el país de Europa con las bajas de paternidad más largas y las de maternidad más cortas. Otra vergüenza más.
Porque si fueran transferibles, como en los países más avanzados, cada familia podría decidir lo que mejor le conviene. 
Por todo esto estoy indignada. Abro debate.