“No es mi responsabilidad ser bonita. No estoy viva para ese propósito” Warsan Shire
Hacemos muchas cosas a lo largo de nuestra vida que si reflexionáramos mucho sobre ellas, no haríamos. Bebemos leche que para ser extraída ha conllevado sufrimiento animal, compramos ropa la cual lleva detrás explotación de personas y también ponemos pendientes a las niñas. Se ha hecho siempre, no paramos mucho a pensar en ello para que no aparezca la “disonancia cognitiva”, término que me encanta y que tanto malestar nos provoca.
Pero a veces sí nos paramos, pensamos, lo vemos claro y ya no podemos hacer las cosas de otra forma. Y eso es lo que me pasó con el tema de los pendientes de mi hija.
Nos escandalizamos con las mutilaciones que se les hacen en algunos países a las niñas, pero los pendientes sin ser exactamente lo mismo, tienen una base común. Marcar a las niñas desde que nacen, perforándoles su cuerpo con la excusa de que quedan bonitos o de que así se sabe que son niñas (como si eso fuera importante para algo más que para que la gente por la calle no se confunda).
Esos agujeros que les duelen, que se les pueden infectar, que se les puede enganchar, en definitiva, que les hemos hecho en su cuerpo sin su consentimiento, nos parecen bien porque son en las orejas y porque lo hemos decidido nosotros. Si con diez años quieren agujerearse la lengua o el ombligo ya no nos parece tan buena idea, porque los agujeros solo cuando y donde manden los adultos.
He oído de todo. Que mejor ahora que no les duele, como si los bebés fueran insensibles al dolor. Que así no se acuerdan. Como si no acordarte te ahorrara el mal trago. Que ya se los querrá hacer ella de mayor y será peor. No entiendo que sea peor si es su decisión. Y me han preguntado ¿y si luego se los quiere hacer? Pues que se los haga obviamente, es su cuerpo y puede agujereárselo si quiere y donde quiera.
Además el tema de los pendientes en las niñas lleva implícito algo más profundo. Algo muy machista. Relacionado con el respeto al cuerpo. Queremos educar a las niñas en que su cuerpo es suyo, que nadie puede tocarlo sin su consentimiento pero les obligamos a dar y recibir besos que no quieren y les hacemos pendientes. Todo una gran contradicción.
Y no, no es una crítica a los papás que han decidido hacerlo. Entiendo que cada uno es libre para tomar las decisiones que quiere y que se hace en base a la información y circunstancias que se tiene. Solo es una invitación más a reflexionar sobre lo que hacemos por costumbre, porque todo el mundo lo hace y que quizá viéndolo desde otra perspectiva podría cambiar nuestra forma de hacer las cosas.
¿Y vosotros qué pensáis? ¿Si volvierais atrás se los haríais a vuestras hijas?

2 comentarios

  1. Total y completamente de acuerdo. Yo soy de las que lo hace por costumbre pero también entiendo que el ser humano se contradice todo el maldito tiempo. Y es verdad si no estoy de acuerdo con el bautismo de bebés (a mi me bautizaron, y no pude elegir) y mira por donde de adulta me eligieron como madrina porque la madrina “real” se desapareció por pelearse con la mamá. También apoyos no hacerles los pendientes y o caravanas a las niñas. Que lo elija ella. Aparte!!!! MENTIRA QUE DUELE Hcerte un agujero la pistola actúa súper rápido. Si de verdad la niña o adolescente quiere hacerlo no le va a importar. Al igual que los tatuajes o piercings

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  2. Hola Maika, gracias por tu comentario. como tú dices, el ser humano se contradice continuamente, por eso me encanta reflexionar sobre lo que hacemos por costumbre, para dejar de contradecirnos un poquito, si es que eso es posible 🙂 Un saludo

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