“No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma” Krishnamurti
Blanca tiene 3 años. Lleva un mes en el cole pero llora todo el día, y grita “mamá, mamá” desde que entra hasta que se va. En el patio es cuando más nerviosa se pone, se agarra a mi pierna y llora desconsolada. Un día hasta vomitó. Está llamando la atención, dice alguna compañera. Yo lo que veo es una niña que está sufriendo y no se qué puedo hacer para ayudarla. Blanca por nada del mundo quiere ir al cole.
Lo que comúnmente conocemos como período de adaptación en las escuelas es en realidad algo totalmente diferente de lo que pretende ser. Un par de días, una semana como muchísimo, donde los padres pueden dejar a los niños unas pocas horas o si hay suerte estar dentro del aula con ellos, para que los niños se familiaricen. En algunos centros no hay si quiera eso, desde el primer día los padres se despiden y los niños se quedan ocho horas allí, sin dilación.
Estoy hablando de niños que a lo mejor no se han separado nunca de sus padres, o sus figuras de referencia. Niños que vienen quizá de otro centro. Que no conocen nada ni a nadie, y sienten miedo.
Para explicar el tema de la adaptación tengo que hablar de Bowlby y su teoría del apego. Existen dos tipos de apego . Apego seguro, que es el saludable. El niño que llora cuando su referente desaparece. Y el apego inseguro, que puede ser evitativo, el niño que al irse su referente ni se inmuta. (Creemos que esto es genial, que un niño pequeño, de entre cero y tres años, no llore al irse su madre y dejarlo con un extraño, pero no lo es). Y el apego inseguro ambivalente, que son los niños que al volver su referente se muestran enfadados con él o pueden mostrarse demasiado dependientes sin querer separarse de ellos .
Esto lo explico para que se entienda que es saludable que un niño ante una situación extraña llore y busque a su madre. Por suerte la mayoría de niños tienen este tipo de vínculo seguro. El problema viene cuando queremos que el niño adquiera otro referente de un día para otro, en este caso la maestra.
La adaptación necesita tiempo, mucho a veces, depende de cada niño. Y soy consciente de que es difícil, pero no imposible. Hay escuelas que lo están haciendo. Como los papás suelen trabajar, pueden ser los abuelos, o algún vecino quien haga esa transición. Se trata de que el niño se vincule con la maestra y no le produzca ansiedad quedarse con ella.
Normalmente en los coles se dice que el niño ya está adaptado cuando ya no llora. Pero eso no es adaptación. Eso es supervivencia. El niño llora, llora y llora y llega un punto en el que no puede más y deja de llorar. Pero no se ha vinculado con nadie. Ha aprendido que llorar, un mecanismo muy importante que tiene a su edad, no sirve para nada. Por mucho que pida ayuda, nadie le hace caso. Como dice Michel Odent, su primera experiencia de sumisión.
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