“Somos el único animal que despierta a sus crías”. Andre Stern
Raquel tiene cuatro años. Se levanta a las seis, o mejor dicho, la levantan. A las siete está en el cole. Es de las que llega antes, tiene horario ampliado de mañana porque sus padres entran temprano a trabajar. Desayuna allí y espera jugando un poco con los otros madrugadores hasta las nueve que entran todos los demás. Raquel luego se queda dormida en la alfombra de clase durante la asamblea, si tiene suerte y le toca conmigo, que soy de las blandas y la dejo, porque me da lástima. Por las tardes el resto de niños se van a casa a las cinco, pero Raquel merienda también en el cole y se queda hasta las seis porque sus padres salen tarde de trabajar. Raquel no quiere ir al cole.

Raquel ahora tendrá ocho años ya y quizás no se acuerde de que no quería ir, o puede que aun siga sin querer, no lo sé, le perdí la pista cuando dejé aquella escuela. 

Las causas de por qué no quería ir son muchas y variadas pero lo que está claro es que Raquel tiene que ir como todos los demás, quiera o no, porque sus padres trabajan, para pagar cosas como el cole al que va Raquel. También para aprender, socializar y esas cosas… Pero sobre todo por eso, porque sus padres trabajan y sino ¿con quién se quedaría Raquel? 

Pero esto no ha sido siempre así. Ahora nos parece obvio, pero hubo un tiempo en el que la escuela infantil no existía y los niños socializaban y aprendían a leer y a sumar sin problema. La introducción de la mujer en el mercado laboral trastoca un poco el sistema. ¿Quién cuidará ahora de los niños? Y es ahí donde aparece la escuela infantil, que primero fue un sitio en el que los niños jugaban como lo hacían antes en sus casas, sin fichas, sin tantas obligaciones, ni normas, ni deberes, ni fila india, ni es la hora de jugar… para poco a poco convertirse en lo que es hoy en día.

Un lugar al que muchos niños no desean ir, donde cada vez antes se impone que aprendan cosas, donde cada vez hay menos tiempo para el juego libre (ya hasta en el patio se propone hacer juegos dirigidos, no vaya a ser que los niños no sepan a qué jugar), donde premia la competitividad y la obediencia por encima de todo. Un lugar que no bastaba con ser un espacio de juego, que tenía que ser productivo, donde los niños hicieran algo útil, ¿útil para quién? ya que jugar debe ser que no lo es. 

Pero un lugar obsoleto para el siglo en el que vivimos, que no responde a las necesidades reales de los niños, que todos sabemos que tiene que cambiar pero no sabemos cómo exactamente. Que cada vez se parece más a la escuela primaria, cogiendo todo los aspectos negativos de ésta, deberes, trabajos, asignaturas… Con poco espacio para la creatividad, el interés, la reflexión, el descubrimiento. Donde el adulto es el que tiene el saber y los niños han de escuchar para después comprobar si han aprendido lo que se supone que alguien dijo tienen que aprender.  

En definitiva, un lugar que necesita revisarse. Y eso es lo que voy a intentar hacer aquí, entre otras mil cosas de las que quiero hablar. Sacar a la luz todas esas carencias que me he ido encontrando en la escuela infantil que creo que necesitan un análisis. Basándome en mi propia experiencia como maestra espero remover alguna conciencia, invitar a la reflexión, ayudar a alguien, aprender de otros, o como mínimo compartir con quien quiera leerme, mis andaduras como madre y maestra de infantil.



¡Gracias por compartir!

4 comentarios

  1. Ésta es la razón por la q yo dejé el trabajo de maestra y decidí cuidar de mi hijo en casa. Tuve q quitarme de muchas cosas (de las q no son importantes), incluso cambiamos la ciudad por un pueblo pequeño donde todo es más barato y donde el niño no necesita ir a la escuela para socializar. Siempre tengo mucha controversia con muchos maestros, sobre todo de educación infantil, precisamente por creer que lo de q los niños empiecen el colegio tan pronto es una necesidad de la sociedad, no de los niños propios.Enhorabuena por tu blog! Somos muchas las q pensamos como tú.

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  2. Gracias por tu comentario! Yo también decicí quitarme de esas cosas que con el tiempo te das cuenta que no son importantes para poder estar con mi hija en casa y no tenerla que escolarizar. Y sí, como tú soy de esas raras que no cree que los niños necesiten la escuela, porque está muy interiorizado que les viene muy bien. ¡Qué bueno encontrar que no estamos tan solos!😉

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